De Chicago, Ill, USA a Punta del Diablo

De Chicago, Ill, USA a Punta del Diablo

Así comienza esta historia. Juan me escribe un correo por medio del Portal queriendo alquilar mi casa, en los primeros días de Mayo. Le respondo la disponibilidad y me dice que está interesado en venir. Me llama por teléfono, resulta  ser un ciudadano Mexicano residente en Chicago, Ill, USA. Le digo las condiciones, le hablo de mi vida simple, quería que lo fuera a buscar al aeropuerto, le  explico que tengo una motito de 100 cc Gialin del 98 y que me era imposible llegar con ella al aeropuerto, menos cargar con él, con las valijas y menos que llegaba con otra persona. En verdad creí que era una broma. Un tipo llamando de Chicago queriendo llegar a Punta del Diablo, parece algo de cuento. A los dos días me llega un correo con el plan de viaje, vuelo y compañía. Chicago, San Pablo, Montevideo, Punta del Diablo.

Juan estaba dispuesto a viajar el 16 de Mayo. Puso un adelanto puntualmente de la renta y comenzamos a escribirnos a la espera del viaje. El viaje de un mexicano residente en USA viajando a Punta del Diablo como destino final y único, era  un hecho. La magia del sentimiento de visitar este lugar, nuevamente se ponía en práctica, el  destino estaba marcado para ambos, se habría una expectativa mutua de atender a un ciudadano que venía de un lejano lugar, esperando que su sueño se pudiera cumplir, sería  su chaperón por 12 días en esta zona y me preparé para ello.

Juan Martinez y su hija Daniela llegaron al lindo Aeropuerto nuevo que tiene nuestro país. Mayo nos regaló un espléndido tiempo, algunos días de lluvia pero sin mucho frio; hicimos de todo, Juan tenía la expectativa de venir desde el año 92,cuando unos amigos, se quedaron varios meses aquí disfrutando de esa época maravillosa hace 18 años atrás, los cuentos de estos amigos despertaron en él la curiosidad de llegar al sur, a estas costas y este lejano lugar. Tenía bastante información de la zona, sabía  de los restaurantes, ahora cerrados por ser invierno. Recorrimos el pueblo, visitamos las hermosas casas que hace Eduardo, casas de amigos, se interrelacionó con la vida de este lugar y sus costumbres. Visitamos el Polonio, como siempre espléndido, fuimos  al faro y subimos los 146 escalones, Juan subió  respirado normal, yo casi muero  y me quedé sin fuerzas –casi- para sacar alguna foto. Almorzamos en el Alero, respiramos el aire único de estas tierras y mares y disfrutamos todo lo que había en derredor. Aprendí algo que quiero compartir. Recordaran Uds. el nombre del CD de Jorge Drexler que habla de los “12 segundos de obscuridad” ese es el tiempo que el faro del Polonio  dispensa en hacer el recorrido de los 360 grados  en sus espejos dando así el relámpago, pensé que así era en todos los faros, me equivoqué, cada uno tiene distintos destellos, distinto tiempo, de esa forma los navegante pueden distinguir los faros, así  figuran en las cartas marinas internacionales, el del Cabo Polonio tiene 12 segundos, el de la paloma 9 y así los distintos 9 faros que tenemos en la costa Uruguaya. Fuimos a Valizas, Aguas Dulces, Bosque Ombúes, Castillos, Santa Teresa, Chuy. Cada día un disfrute distinto. Vio porque la carne  sabe distinta en este país, vio las  vacas comiendo el verde pasto. Acompañó la carne con un espléndido vino Pisano, Cabernet Sauvignon cosecha 2006. Aprendí a desayunar mexicano, con huevo, frigoles y pan a cambio de sus tortillas de maíz, que aquí no hay.

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Durmieron una noche con la puerta abierta y no les pasó nada. Los perros custodiaron su estadía, esos  acompañantes de turistas que siempre aparecen por aquí, infaltables  que moviendo las colas dan la bienvenida a los que llegan de lejos. Algún día, le  tendremos que agradecer a los canes, tan  espléndido servicio que aportan a la comunidad. A Juan, le encantaron las empanadas que hicimos, como bienvenida a la casa. Se quedó con las ganas de probar la especialidad dulce “el ángel del diablo” que quedarla la próxima.

Juan pudo ver muchas cosas y aprender otras. Vimos la diferencia de estas sociedades, la del Norte y Sur, como siempre, lo que gana uno y lo que gana el otro. De cómo vivimos. Como contaminamos nosotros y ellos. Tuvimos algunas discusiones, Me decía que aquí había autos que por muy viejos allí no se permitían por ser altamente contaminantes, lo cual es cierto. Pero él, en su camioneta, viaja a 150 kilómetros y gasta 15 veces más que yo (solo por decir algo, ya que voy en ómnibus) para ir de aquí a Chuy. Sirvió para confrontar formas y estilos de vida en un mismo planeta. Juan es nacido en otro paraíso, Puerto Vallarta una zona de playa Mexicana sobre el Pacifico, donde  se pescan los atunes mas grandes del planeta, atunes que en Japón, se llegan a pagar USD 60.000 cada uno. El andaba de niño con los pies descalzos, tanto que les llaman “pata salada” por ser gente que estaba en la playa. Sin duda puede vivir ese contraste fantástico que es la vida estando  en un  lado u otro del globo.

Nos partimos la boca en el  Mercado del Puerto, de la hermosa Montevideo. Y desayunamos abundante en el viejo y fino  Facal de 18 de Julio. Antes de irnos, recorrimos algunos supermercados para que se llevaran unas botellas de medio y medio. Los dejé en el Aeropuerto, en una mañana espléndida del último día de Mayo. Quedó en regresar. Volver con sus otros hijos, con sus hermanos y con amigos. Quedó en volver, como tantos que quieren hacerlo. Se que regresará fue tocado por la maravilla de este país, su  gente y sus costumbres y la atención que le damos a las gentes. Volverá, porque  quiere hacerlo y  ahora sabe que habrá alguien que lo espere. Salud!

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