Dos millones

Todo un viaje para muchos. Para los que lo hicimos –y continuamos haciéndolo- por más de 20 años es solo una forma de vivir en un lado y otro. Siempre he dicho… ¡aquí vivo en otro lugar subsisto!. Y así pasa el tiempo en el tiempo y sacando cuentas te das cuenta que transcurrió ya un lapso de tu vida, viajando.

Según cálculos hice 140.000 kilómetros en este tiempo, la tierra tiene 150.000 de circunferencia, sin embargo cada vez que tengo que venir –aquí donde vivo- el momento siempre es excitante y lleno de placer por llegar a destino.

Viajé con todos los climas y temperaturas, me enfrenté a tempestades y a soles que no me dejaban ver. Las piedras del camino lejos de ser un escollo servían de referencia en mis viajes y el llegar era un bálsamo para mi alma.

Cuantos pensamientos se tomaron el tiempo en el tiempo de viaje. Cuantos análisis se hicieron a costa de él.

Vi hacer las casas de las gentes y crecer sus árboles junto a sus hijos que ya hoy tienen sus hijos. Vi caer las hojas a los ombúes en invierno y quedar desnudos como fantasmas sobre las colinas…y vi... los arroyos secos y llenos y jugué en oportunidades tirando piedras en ellos haciendo un alto el camino. Vi, hacer los nidos de los pájaros y vi. Caer el sol exactamente sobre la ruta, yendo al oeste, regresando. Vi, muchas noches que me envolvían las sombras en las sombras…y sentí el cansancio y la sed y el ansia por encontrarme con mis cosas anheladas…

Hace ya 20 días estoy en esta hermosa Montevideo… falta algo que me pertenece…no veo a Rosita Bajar del monte ni a Sandra colgar la ropa, ni a Hugo pintar su casa. Los pájaros de la cumbrera y el perfume a la leña que me da la estufa. El olor a la camiseta limpia recién puesta…y el sabor del agua del pozo de mi casa.

Tengo por delante el regreso y los 298 kilómetros por transitar…iré como el primer día, ahora sin importarme el tiempo ni la distancia que hay en el…ya encontraré en el camino algo que me acompañe y haga más tierna mi llegada.

Ya no sumo ni cuento el tiempo, sino que encontré que me resto de él…