Memorias Vivas - Blanco Veiga
- Categoría: Memórias Vivas
- Localização: Punta del Diablo
Lo que se transcribe a continuación se entrevistó a fin de Mayo, se escribió en Junio y se iba a publicar después de las vacaciones de Julio. El destino de Memorias Vivas nos jugó esta triste ironía, antes que saliera la nota Don Blanco Veiga murío el 20 del corriente y sus restos descansan desde hoy 21 de Julio -donde lo despedimos- en el cementerio de Castillos.
Nos dejá un buen hombre, padre ejemplar y mejor vecino; un hombre que ayudó a los demás y supo dar sin pedir. Se fué un precursor de este suelo y nos deja su vida como ejemplo, la memoria de su vida permanecerá. Que estas, que fueron sus palabras, sea un homenaje al lobero-pescador. Nuestras condolencias a sus familiares y amigos.
Portal del Diablo.
Blanco Veiga (1930)
Memorias vivas de Punta del Diablo
por Néstor Ventre (Cacho)
El tiempo pasa y se pierde así un espacio jalonado por un grupo de personas que llegaron a Punta del Diablo hace medio siglo nada más.
Siempre me atrajo la historia de esta costa y sus habitantes. Fui partícipe de infinidad de momentos en que los pescadores salían al mar en pleno invierno, cuando todavía era noche o despuntaba la primera luz del día. En sus frágiles botes partían para después de una larga y peligrosa jornada traer la pesca, si el generoso océano lo permitía, o volver con las manos vacías. Desde siempre me cautivó ese espíritu y fortaleza de los pescadores tanto que ya no me pude ir de aquí. Casi como un designio misterioso de un lugar que atrae y enamora por la particular forma y estilo de vivir de su gente.
En esta y sucesivas entregas recogeremos ese tiempo de memorias que aún están vivas y transcribiremos algunas de ellas.
De aquellos pobladores que hicieron el pueblo que hoy todavía se ve, algunos aún caminan por sus calles. Y ellos tienen la firme riqueza del cuento en sus memorias. Comenzamos a desempolvar esas historias como una ofrenda al pasado, al presente y al futuro.
Blanco el lobero
Blanco Veiga, es uno de los pobladores que arribaron en 1963 hace casi 50 años. Cargando con un apellido reconocido en la zona, don Blanco llegó a este lugar con sus dos hijos.
Nacido el día 10 de Marzo de 1930 en Valizas en el seno de una familia numerosa de 23 hermanos cambió de costa para forjar un nuevo futuro.
El tibio sol de mayo acompaña la charla. Blanco tiene un relato pausado y recuerda su vida de joven y sus estadías en el Polonio en la cual trabajó en la zafra lobera durante 5 años y su posterior traslado a la Isla de Lobos, frente a Punta del Este, también como peón de tan particular trabajo: el de lobero.
"Siempre fui un hombre de pesca y mar, vivíamos en Valizas y teníamos una lanchita con la que que íbamos del Polonio a Valizas pescando pinta rojas, cazón, brasilerito y después viajábamos en carro hasta Castillos a vender el pescado. Toda una aventura¨, nos cuenta don Blanco, mientras su cara arrugada por mil sudestadas y sus ojos cristalinos transmiten esa serenidad que dan los años y el duro trabajo que otorga el mar.
La caza de lobos era dura, implacable. En pleno invierno de Junio a Agosto,"nos pasábamos en muchas oportunidades una semana encerrados en la isla por una tormenta sin poder salir".
La caza de lobos era una profesión sangrienta y con una técnica particular: "Para arrear un lobo, sacarlo del agua y que suba a la tierra tenía que ser solo a favor del viento del sur o del este, ya que está a contra viento de su olfato, esto era fundamental para que no se asuste y dispare para el agua¨.
Cuando cumplió 18 años se fue a pescar al Polonio "se cargaban la balleneras, un bote de pesca largo con 16 remos, lleno de comida y así íbamos a la isla para iniciar la faena, la ballenera quedaba fondeada cerca de la isla ya que no podía ir a tierra por las piedras del fondo y mediante rondanas se iban cargando los víveres: la leche, el pan y otras cosas. Siempre fui muy guapo, -mire que no digo mentiras- era yo el que me tiraba al agua para recojer el cabo que había que agarrar por donde pasaba la comida"
La matanza de los lobos
En el Polonio trabajó "de gurí 5 años, después me fui a la Isla de Lobos frente a Punta del este. Allí trabajábamos para el Servicio Ocenográfico y de Pesca (SOYP) matando lobos. La pasábamos "bárbaro", claro algunas veces pasábamos hambre si nos agarraba algún temporal de esos grandes".
En aquella época los funcionarios del SOYP tenían de todo en la isla "Hasta 3 burros y 4 vacas hasta que estas espantaron un día a los lobos y se los llevaron a tierra", recuerda Blanco con entusiasmo.
En la isla de Lobos la matanza de los lobos se realizaba en un corral inmenso "se juntaban hasta 7.000 animales y cuando estaban todos juntos íbamos dándole un golpe en la cabeza. Había que tener cuidado ya que si se te escapaba uno se iban todos atrás..., los lobos son como las ovejas se siguen unos a otros" y recuerda una vez se les fueron todos después de trabajar 4 o 5 horas para encerrarlos.
"Los lobos se cuereaban con la grasa y después con un cuchillo sin filo -muestra cómo era la herramienta- se les sacaba la grasa y quedaba el cuero limpito."
Con respecto a qué hacían con la carne del lobo Don Blanco cuenta que "la tirábamos, al principio hacían abono, se cocinaba y hacían abono, había unas calderas gigantes, pero después, porque decían que tenía mucho olor se dejó de hacer".
Punta Palmar o del Diablo?
La charla se hace salpicada, los recuerdos se apilan, se entremezclan "en la isla de Lobos había conejos, había un cocinero que era de Castillos y hacía una especialidad, mataba 4 ó 5 conejos y nos hacíamos un festín".
Blanco se despacha, desgrana viejas anécdotas que salen de su cabeza como deshojando el tiempo. La conversación regresa a estas tierras y me comenta "nosotros veníamos de Valizas en el bote ballenero hasta Punta del Diablo, que en aquella época se llamaba "punta Palmar"-preguntado del por qué del nombre actual me sorprende: "no sé, unos argentinos le pusieron así".
Le pregunto por el nombre Cerrito de los pescadores, un nombre que suena originario en algunos textos y dice que "no, no recuerdo ese nombre.
Lo dejo continuar con su relato,"...veníamos remando de Valizas hasta aquí y de luego a las islas de la Coronilla a buscar mejillones o huevos de gaviotas, íbamos y veníamos en el mismo día, salíamos temprano en la mañana y le metíamos remo. Mire que andaban esas lanchas, un día nos agarró un temporal y hubo que meter eh!!"
Don Blanco en una "ballenera" están navegando sin remos ya que cuando se obtuvo la foto ya había llegado el motor (ver galería abajo).
Tiempos sin luz, de buena pesca
Me imagino aquellas chalanas, no muy diferentes a las actuales, pero sin motores, sin radio, ni salvavidas, navegando de Valizas a aquí, un largo trecho para buscar alimentos y alguna que otra aventura.
Blanco recuerda que cuando él llegó a Punta del Diablo por el año 1963, ya estaban Asdrúbal , Walter y Garcerán, después llegaron el Mimo y Raúl (veteranos habitantes del pueblo) "épocas difíciles pero se sacaba mucho bacalao, sobraba el pescado en aquella época, aquí nomás saliendo de la lozada a media hora en bote, se apilaban los cazones y el pescado se sacaba en carro hasta la ruta. Era una época en que aquí no había nada, no había luz, no había nada, sólo un puñado de ranchitos".
Blanco entrecierra los ojos y continúa con sus recuerdos "Cuando me vine para aquí, la madre de mis gurises dejó a mis hijos, entonces me los traje conmigo, Carlos tenía 2 años y el Moscón 6, un cuñado mío Rocha Machado que vivía en Castillos fue el que me trajo aquí, cargamos las cosas en un camión y llegamos; me quedé en un ranchito nomás de una pieza, fue cuando se me "pinchó" la vista de Carlos -se refiere a un accidente donde su hijo menor Carlos, perdió una vista- sufrió mucho Carlos, después se enfermó de los pulmones, recuerdo que Algorta me ayudó mucho con él, bueno momentos difíciles de la vida..., así que los crié yo a los gurises fui padre y madre para ellos"
Blanco se detiene un instante en el relato y rememora esos años, en que tuvo que hacer frente a la vida con sus hijos en un medio como este. "Después que pasó todo esto empecé a comprar aleta y vértebras de tiburón que se exportaban para Suiza, Venía un extranjero y durante muchos años se las llevó, después llegaron los japoneses que se llevaron las aletas también"
Blanco dice casi ingenuamente, "Fui el que manejó más plata en este pueblo, sin embargo soy el más pelao, me acuerdo un año en que vendimos 6 mil kilos de bacalao. Después me fuí de viaje, le di a la pata, conozco todo por ahí, Porto Alegre, Santa Catarina, Rio Grande, conozco sí, después de criar a mis hijos me tomé los vientos".
Blanco asegura que en aquella época por la década del 80 las lanchas sacaban más de 5 mil kilos de bacalao y con eso cada dueño de lancha podía vivir todo el año, "había mucha, mucha pesca".
La charla se ameniza, miramos fotos, hay una -que se adjunta- donde se ve la punta del pueblo, la lozada con unos ranchitos, uno de ellos de Hipólito Alvarez de los primeros pobladores y el cuarto rancho que es donde actualmente está el Restaurante al Pairo, me da otra donde él aparece en la Isla de Lobos.
Quién no compró en la Barraca de Blanco? Quién no pidió "fiado" al legendario comerciante-pescador?. Quién no hizo su casita gracias a Blanco que le dio los materiales?.
Fue un embajador de este pueblo, lo visitaron presidentes y personalidades y en su casa "sucedían" todo los hechos sociales que planteaban los Intendentes y otras gentes.
Ya Don Blanco nos despide, no sin antes prometerme refrescar la memoria para otra charla y así abrirme nuevamente el baúl de los recuerdos de este maravilloso lugar que la vida me regaló para vivir.
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